lunes, febrero 23, 2004

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Play offs

Afianzado en lo alto de la loma
El hombre de uniforme a rayas azules
espía a izquierda y derecha
Intentando adivinar el movimiento
De quienes distraen su atención
Ante el próximo disparo.
En una fracción de segundos
El mundo se halla suspendido
Entre un suspiro y otro:
puede vivir el éxtasis, la gloria misma
O bien, sufrir el escarnio
Y condenarse al olvido.
Es un instante y, al mismo tiempo,
La eternidad hecha presencia.

El griterío de la gente llega hasta él
Como un ruido sordo
Como llegaba
el ulular del viento
Entre los árboles
En aquel pequeño patio de
su escuela primaria.

Recuerda por un instante
Los campos polvorientos
donde jugó de niño;
los viejos zapatos rotos
heredados de su hermano,
pero sobre todo,
recuerda los maizales que crecían
en el fondo, más allá
de la barrera de casuarinas,
y que él imaginaba diez mil
aficionados vitoreando
cada una de las jugadas.

Recuerda que él era héroe del partido,
[a pesar de los zapatos rotos
Y las pelotas de retazos de trapo
que le fabricaba la abuela,]
y al mismo tiempo
era el narrador radiofónico:
Va a lanzar, señores...
espía al hombre en la primera,
recibe la señal del cácher desde el home,
asiente y se encamina al lanzamiento
”,
se escucha decir con la voz del niño
que ahora tiene miedo y está nervioso.

Siente en su mano izquierda
Las costuras de la pelota, las cuenta;
Acaricia la suave superficie de cuero
Y mira al bateador moverse ansioso
En el plato.

Sonríe para sí
Y se dice:
Sólo es un juego”.

Echa la mirada al cielo
––Valenzuela dixit––
y observa de reojo la cerca de púas
Y las plantas de maíz que
Agitan sus hojas verdes con el viento.
Desde la tribuna alguien piensa,
binoculares en mano,
que el pitcher está rezando.

Tú y yo sabemos que no es cierto
Que a pesar de las ocho cervezas
Que hemos bebido y
El calor asfixiante del final del verano,
El lanzador,
Con corredores en las esquinas
Y en peligro de anotación inminente
Ha empezado a narrar extasiado:
Recibe la señal señores,
va a lanzar en el juego decisivo,
estamos en los play offs de la serie mundial
y nuestro hombre en la loma
se ha portado como un gigante
”.

La cuenta está 3 y 2
con un hombre en posición de anotar,
Te levantas del asiento
Y secas el sudor de tu frente:
El hombre en el centro del diamante
Deja de hacer contacto con su guante
Y estamos en la fracción de segundo
En la que el mundo suspende su aliento.

Suelta el brazo
y de su mano brota un haz de luz.