lunes, marzo 15, 2004

A propósito de la ausencia

Hemos estado toda esta vida
con sus minutos
y sus horas
a mitad de un sueño
sentados en esta vieja mecedora
mirando el crepúsculo
y aguardando la llegada de la noche.

Hemos estado aquí
en el balconcito que da al camino principal
mirando hacia el lomerío
hacia los abedules
que se mecen con la brisa
de este otoño de brazos tiritantes.

Toda esta vida,
a mitad del sueño,
y cuando ves aparecer una figura cualquiera
recortada al horizonte
das pequeños sorbos a tu té de menta
sientes el pulso acelerarse
y tu rostro recobra el sol perdido.

De pronto, después de toda una vida
de extravíos y noches eternas,
sientes un frío repentino en la espalda:
el sol se ha ido
y la niebla empieza a envolver la casa
a desdibujar, poco a poco, el camino
las colinas y los abedules.

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