Un sol de abril
De nuevo así
tirado
desnudo de ideas
a mitad de la tarde.
Todo es una quietud
infame:
los árboles y sus ramas
los autos
las nubes...
Solo el sol se mueve
en el horizonte
un sol por demás agobiante
un sol de abril
que pone sus manos
inclementes en torno al cuello
y lo aprisiona
hasta provocarte náuseas
y hacerte gemir
y suplicar el perdón a gritos.
El sudor brota
y refresca un poco:
en tanto,
la tarde sigue inmóvil
como esperando
que algo nos arranque
de la pesadilla.
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