El sueño es una realidad persistente:
tu desnudez
que abarca
todos los campos
y todas las ciudades
como epidemia pasajera,
tu voz
que trasciende
todas las lenguas
y todos los silencios
que trastoca mis sentidos,
que borda, que amenaza,
que devasta un tiempo de dioses
y la noche de la historia.
Mientras tanto yo,
simple expectador,
Perseo encadenado,
voy devorando el sueño
desde dentro
y trasigo
con las penas,
pequeñas y grandes,
hasta despojarme a lentas
de los arreos de viaje.
A veces también
ingrato
obtuso
infame
me deleito
en el juego
de dar vueltas
sobre mi eje.
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